Iñigo Odriozola
(TAU Fundazioa)
Zortzi urtean lehenengo aldiz, ez da Arantzazun Afrikaren aldeko jardunaldirik egon. COVID-19a izan da horren errudun. Dena dela, aurreko ekainaren 25ean Proclade Yanapay, Bakearen aldeko lankidetzarako biltzarrak eta TAU GKEak osatzen duten partzuergo berriak, Afrika Erdiko Errepublika aitzakia hartuta, pandemiak Afrikan utzitako arrastoa aztertu zuen online eginiko mintegi batean. 47 pertsona konektatu ziren ekitaldira. Iñigo Odriozolak Arantzazu aldizkarirako laburbildu ditu saio hartan aurkeztu ziren ildo eta datu nagusiak.
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ras ocho ediciones ininterrumpidas de la jornada de sensibilización denominada “Arantzazu al encuentro de África” y por motivo de la pandemia del COVID-19, este año no ha sido posible realizar ese encuentro anual previsto para el sábado 6 de junio. La edición de este año, pretendía ser además, la primera actividad de un programa más amplio organizado por un nuevo consorcio de “Africa Imprescindible” en el territorio de Gipuzkoa formado por tres ONGD; Proclade Yanapay, Asamblea de Cooperación por la Paz y TAU Fundazioa. Al igual que en los últimos años, la asociación Arantzazuko Adiskideak tenía previsto mantener su inestimable apoyo a esta Jornada.
Ante esta suspensión y siendo conscientes de que difícilmente es sustituible una actividad presencial de este tipo en el entorno de Arantzazu, desde el Consorcio “Africa Imprescindible Gipuzkoa” analizamos la posibilidad de organizar una actividad alternativa en formato virtual tan de moda en estos tiempos.
De esta forma, y aprovechando parte del contenido del programa diseñado para la Jornada de Arantzazu, el jueves 25 de junio de 18:00 a 19:30 horas, realizamos la webinar o coloquio virtual, “Mirando a África en el contexto del COVID-19. El caso centroafricano”. Aunque se inscribieron 73 personas, finalmente se conectaron al coloquio 47 personas que pudieron disfrutar de la calidad de las intervenciones del propio moderador y las tres personas panelistas expertas en el país.
El moderador de este coloquio fue el periodista, productor y director de cine documental, Alfredo Torrescalles. Fundador de Fascina Producciones y autor de dos documentales sobre la realidad actual de la República Centroafricana (RCA). Las tres personas expertas participantes fueron: Berta Mendiguren, Doctora en Antropología de la Medicina, Máster en Cooperación Internacional, Diplomada en Trabajo Social y con muchos años de trabajo y residencia en RCA; Vie de Dieu Ngoko-Zenguet, Doctor en Farmaco Epidemiologia y Salud Pública, Vicepresidente del Colegio de Médicos y Farmacéuticos de la RCA y Consejero de la Célula de Coordinación COVID-19 del Ministerio de la Salud de la RCA; Itziar Ruiz-Gimenez, Doctora en Relaciones Internacionales, Coordinadora del Grupo Estudios Africanos y Grupo de Estudios Internacionales (GERI).
A continuación trasladamos algunos datos y reflexiones que surgieron de las intervenciones de estas cuatro personas y el coloquio posterior a partir de preguntas realizadas por el público a través del chat virtual. El coloquio está grabado y alojado en el canal de youtube de TAU (https://www.youtube.com/user/TAUfundazioa)
República Centroafricana es uno de los países de África que desgraciadamente alimenta el afro pesimismo occidental más extendido. A pesar de sus abundantes recursos minerales (uranio, petróleo, oro, diamantes, madera…), la República Centroafricana es uno de los países desestructurados y más pobres del mundo. En 2017, el Índice de Desarrollo Humano del país es de 0,367, lo que lo coloca en el penúltimo puesto (188) de toda la lista de países del mundo, únicamente superado por Níger. El PIB por habitante es de 382 $ mientras que en España es de 28.100 $. Tiene una esperanza de vida de 53 años (2017) y por lo tanto una población muy joven (el 60% tiene menos de 25 años).
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República Centroafricana es un estado fallido con guerras y conflictos durante las últimas décadas que ha obligado a unas 600.000 personas a desplazarse, tanto dentro del país como hacia países vecinos. La precaria situación hace que muchas familias tengan dificultades para obtener agua potable (21% de acceso en todo el país), luz (14%), alimentos o bienes y servicios de primera necesidad. La mitad de la población necesita de ayuda humanitaria.
Su sistema sanitario es uno de los más frágiles del mundo. Un porcentaje muy elevado de los habitantes del país fallecen por enfermedades curables o que tienen tratamientos efectivos. El VIH-Sida es la primera causa de muerte en el país (12,92% de las personas fallecidas en 2017) y las enfermedades diarreicas por ejemplo están en el quinto puesto (7,08%). Únicamente el 21% de la población tienen acceso a establecimientos sanitarios, hay sólo 10 farmacias oficiales y 2 respiradores en todo el país. Además, los conflictos (dos ataques al mes a los establecimientos sanitarios) y la corrupción de los gobiernos perpetúan la fragilidad del sistema de salud.
En este contexto político y social inestable y con una situación económica y sanitaria extremadamente precaria, el 14 de marzo, se da el primer paciente oficial por COVID-19, siendo a fecha del coloquio, 3.100 las personas contagiadas y 38 las muertas. Pero las cifras no cuadran. Mucha gente se cura en su propia casa, tomando medidas tradicionales contra la malaria. No existen registros estadísticos de las causas de muerte. Además la población tan joven del país aunque no muestre síntomas de la enfermedad puede ser portadora y asintomática no detectada. El país ha tomado con celeridad medidas como el confinamiento o el cierre de fronteras pero no se han tomado medidas efectivas de protección adaptadas al contexto del país ¿Cómo confinar a una población que en un 98% vive de la economía informal, especialmente las mujeres? Por otro lado, existen condicionantes culturales asociados a la importancia del ritual de la muerte que también se ven afectados ¿Cómo gestionar los tradicionales funerales masivos con duración de hasta una semana?
También durante el coloquio se trasladó una mirada global basada en dos ideas fundamentales. Por un lado, se invitaba a cuestionar las explicaciones sólo desde factores endógenos y denunciar los condicionantes socioeconómicos y ambientales globales que ahondan en la fragilidad en este caso de Centroáfrica. En el sector de la salud, las políticas sanitarias globales neoliberales no han dado respuesta a garantizar el Derecho a la salud, que es la cuestión vital tanto antes como ahora, durante la irrupción de la pandemia. En este sentido, ¿Acabaremos de nuevo con una vacuna contra el COVID-19 en manos de una Multinacional que se haya aprovechado del conocimiento y la cooperación de toda la comunidad internacional? Como segunda idea, es necesario salir del afro pesimismo visibilizando aspectos positivos. Destacar por ejemplo la gran capacidad de reconstrucción vital y resiliencia de la población centroafricana, especialmente de las mujeres que a pesar del sufrimiento y la adversidad son capaces de levantarse una y otra vez. En este sentido se valoró el trabajo de las redes comunitarias y conocimiento acumulado por la población centroafricana con estrategias de apoyo mutuo en salud y supervivencia que merecen ser fortalecidas.
La situación de países como el de República Centroafricana son una llamada constante para hacernos preguntas y tratar de analizar la realidad cercana que nos rodea con una mirada menos egoísta y eurocéntrica. Todas las personas formamos una misma familia y planeta, y tal como nos recuerda la actual pandemia, la interdependencia y eco dependencia global es cada vez más evidente y el “sálvese quien pueda” no es una respuesta válida ante los problemas globales urgentes.
La crisis sanitaria actual no puede borrar lo que hasta ayer ocurría de injusto en el mundo. A la conculcación grave y reiterada de Derechos Humanos en muchas sociedades como la centroafricana, se suma una crisis sanitaria que si cabe agravará dicha situación generando más desigualdad y precariedad en las personas y pueblos más vulnerables.